Alejandro Drewes
Palabras de Ovidio en Tracia, 17 d. C
y otros poemas inéditos
Buenos Aires (1963). Académico (UBA / UAB/ UNSAM). Poeta, traductor de poesía (catalán, alemán, sueco y danés) y crítico literario. Especializado en poesía nórdica del siglo XX. Codirector (2005-2016) del Centro de Estudios Poéticos Alétheia.
Obra poética publicada: Uvas del Paraíso (poemario, Editorial Francachela, 2007); Lugares de la noche (poemario, Ed. La Luna Que, 2013), En tierra extranjera / I fremmed land (poemario bilingüe castellano-danés). La Plata, Talleres Lizual, 2015. Col. “Cuadernos de Casa Bermeja”, dirección: Dr. Guillermo Pilía. Trad.: Karen Sparholt. Y Mar de fondo (poemario). Sevilla, Ediciones de la isla de Siltolá, 2015.
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Palabras de Ovidio en Tracia, 17 d. C
Al confín del Imperio
arrojado por hados oscuros
como las aguas de este mar
helado, viejo y cansado
ya del viaje, doblemente
extranjero entre la nieve
perpetua y las marismas
de Tracia, por el antiguo
castigo griego signado,
por la tormenta salvaje
de la Historia con otros
arrastrado como el viento
del invierno arrastra
de pronto tiendas y hojas
yo, Publio Ovidio Nasón,
a la orilla de la noche
eterna, declaro:
que no todo ha sido
en vano, ni esta larga
errancia, ni las misivas
inútiles a Roma
ni este coro de lobos
aullando a la luna
de octubre, ni el haber
bebido tantos años
con enemigos y tontos
Ni Julia en sus devaneos
ni aquellas cortesanas
en su oficio milenario
ni las escaramuzas
de legiones que en borrosas
fronteras acamparan
y en tardes baldías
sacudieron el quieto
polvo de la Pax Augusta
-nada de eso fue en vano
Digo que en plena galerna
siempre algo hay
que tenaz se resiste
a desaparecer, algo
que en invisible cofre
de oro del grave
estrago del tiempo salva
para siempre el poema
2
Así avanzan los pies,
algunas flores a veces,
bancales y zarzas,
lestrigones y otra vez
el ojo certero del cíclope.
Montañas y nubes por todo
el horizonte visible,
designios y pruebas
de los Inmortales
imprevistos recodos
en el filoso laberinto
de los días, es decir
que así se fatigan
y mueren los pies de los héroes
Tarde los evocamos a veces
apagado el candil para siempre
muy tarde en la noche
3
Hans
Le llamábamos Hans
al tonto de nuestro pueblo
No se olvidan aquí
los grandes ojos azules
los bolsillos florecidos
de bayas silvestres
Entre la bruma y la nieve
nos temían tan sólo
sus frágiles pasos
Le llamábamos…
4.
Y siempre la poesía
es la loca de la casa,
la exiliada en las estancias
más oscuras, la severa
señal que precede a cada
dura caída del héroe
La nunca arriada bandera
la numantina defensa
en las ciudades a oscuras
hasta ese último cántaro
los roquedales de Naxos
esa canción que cantamos
entre la zarza y la noche
5.
Poeta, en qué oscuros
eriales yerra tu voz
en nombre de qué otras
voces ya idas del mundo
hace tanto, habla?
A la sombra de qué noche
más allá de la noche
la llama en tu espejo
cual corzo asustado, tiembla?