PAULA SIMONETTI
Paula Simonetti (Uruguay, 1989) Poeta y correctora de estilo. Licenciada en Letras, especialista en gestión cultural, maestrando en Sociología de la Cultura y en Escritura Creativa. Sus trabajos han integrado una serie de publicaciones y antologías, entre otras: “América Invertida: AnAnthology of YoungerUruguayanPoets” (Estados Unidos), se han publicado en diversas revistas literarias a nivel internacional: Spoke (Estados Unidos), FromtheFishouse (Estados Unidos), Modern Poetry in Translation (Inglaterra), Circulo de poesía (México), Luna Nueva (Colombia), Tierra Adentro (Secretaría de Cultura del Gobierno de México). Invitada a lecturas en múltiples congresos y eventos a nivel nacional e internacional. Obtuvo en el 2012 el Primer Premio de Poesía Joven Pablo Neruda, en el 2013 una mención en el concurso nacional organizado por la Intendencia de Montevideo, “Juan Carlos Onetti” por su libro En la boca de los tristes, en el 2015 obtuvo la beca FEFCA que otorga el Ministerio de Educación y Cultura en la categoría Letras.
17/10/2017
la noche es aquello que se engendra
en la voz de un ciego
primero informe, se desata luego
en mitad de cualquier día
como una semilla que todos plantamos
por descuido
nuestro jardín es una sombra inmensa y sola
bajo el agua es difícil distinguir
dónde empieza y termina
el cuerpo
así
un ciego es capaz de levantar la noche
verla crecer de pronto
tenerla en su regazo
acariciarle el pelo cavar un pozo
en su centro y taparlo luego
con palabras de cemento o de ceniza
sabe devolver el sol
en forma de deshecho incomprensible
de raíz que no conocerá la superficie
surge la noche en la voz de quien no mira
como si vomitara un manjar que jamás ha probado
como si fuera una parte de un todo imposible
es capaz de ser ese vaivén que lleva
un verso a otro verso
como restos de gente flotando en un río
ese es el ritmo
esa música tierna
tan siniestra o plato al que se llega tarde
cuando todos los demás están durmiendo
hacia adentro
la noche es esa gran canoa indiferente
que empuja adentro de la voz de un ciego
confundiéndolo todo
ni las moscas saben en qué cuerpos
ni los perros saben en qué hueso
ni las palabras saben en qué nombre
son las puertas tapiadas las ventanas
de la casa que ya no te verá volver
porque se pudre al sol, se va
desmigajando desde los cimientos
y no hay rastros, ni escombros ni evidencia
tangible de que alguna vez
hubo una casa ahí
-decime vos qué cosa es
un río-
-decime vos qué ves-
dice la voz del ciego
una pregunta simple
que secuestra
la posibilidad de hablar de un río,
decirlo ha sido siempre
balbucear en la orilla
para después caer
sin misterio sin voz
caer
caer de golpe
como una piedra
que no tiene sombra y que se abisma
en el pozo de una noche que se cierra
desaparece, simplemente,
sin origen, sin rumbo, sin destino.
en Buenos Aires
de a poco recupero la costumbre
de poner una palabra detrás de otra
arriba de un papel arriba de una mesa
bajo la que duerme el perro aún
coordenadas de vida pequeña
más pequeña que el departamento
de la mujer sola que lo habita
y digo mujer y digo sola
por decir
en una ciudad de tantos rostros
o números ajenos
completamente incomprensibles
o veloces
nadie cuenta días para la revolución
parece invierno
cualquiera que se fue de su país
sabe que no es suyo y sabe
que el recuerdo es un patio soleado
al que no es posible regresar ileso,
por los nombres de las calles
el vértigo que dan las autopistas
deduzco qué día no habrá clases
las fechas patrias son enormes avenidas
que cruzo medio ahogada porque
hay que fumar menos te das cuenta
de a poco recupero el aire
dejo entrar al sol y observo al perro
nítido, distante, indiferente
Y limpio, ordeno lo pequeño
pongo una palabra detrás de otra.
No voy a hablar
voy a hablar de otra cosa
nunca es eso
no te voy a decir
basta
voy a dibujarte este sutil
paraíso de papel
sin contarte los piojos ni los sueños
la mirada que se abre hacia una infancia breve
de las hamacas voy a hablar
de los rosarios
será que no rezás
que no te hamacaste
ayer
mañana
nunca
no voy a retomar la cuenta
moretones que se van pero hacia adentro
para volver a estallar en el gesto de los hijos
de tus hijos y ad eternum
me olvidaré después cuando esté hablando
a nadie
de Picasso
eso
duele
no tu mano firme como
la rigidez de un loco
le diste vuelta la cara y volvió otro
de un golpe tu hijo se hizo hombre
no me vas a decir que ellos son niños
voy a hablar de otra cosa
aunque me vuelvo
a este abecedario
que solo habla de vos y de mi infancia
y nada más
no dice basta
no se hizo para decir basta
no voy a hablar del golpe y de la marca
de la forma en que tu mano aplasta el gesto
de tu hijo como si fuera mosca de verano
voy a hablar de la forma en que tu mano
se levanta desde adentro del poema
y lo deshace
ignorancia
habrás visto que doy vueltas
alrededor del vacío resistiendo, apenas
como el agua que se arremolina
en el desagüe de la pileta del baño
es decir
sin la elegancia de los nadadores
sin la majestuosidad del mar
sin la gracia de las niñas pelirrojas
sin la armonía de dos bailarines
ni el contraste de unas manos sobre el piano
es decir
no me deslizo sino que me resisto
torpemente
a verme en el espejo apenas me levanto,
no es
coquetería,
es
que me gusta vivir en esa zona
que es toda del silencio y que se abre
para mí como la rosa
de todos los caminos y de todas
las posibilidades,
algo hay que se revelará, y no lo hace
así me siento intacta como un niño
al que todavía nadie contó ninguna historia
y mira esa cosa informe que es el mundo
ignorando inicio conflicto y desenlace
sin ninguna noticia sobre el tiempo,
si existiera ese momento
si tuviera dirección código postal preciso
mandaría mis cosas a esa casa
y permanecería, simplemente.
*
algo en nosotros nos impulsa
a insistir en el razonamiento
de la persona intrascendente
escribiendo en un apartamento
de un edificio de una ciudad de un país
de un continente de un planeta de una galaxia
de un universo.
no sé si es el razonamiento
el que trae una calma ilimitada
o una desesperación que no tiene
comparación posible
y no sé si el problema
es que realmente no vinimos al mundo
para pensar sobre él
o es que el mundo vino a nosotros
y no sabemos qué hacer con su presencia
entonces nos golpeamos
como animales ciegos contra un muro
hasta perder el sentido,
el problema es que el muro no es un muro
el problema es que el muro es una cárcel
y no una cárcel epistemológica sino
una cárcel a secas
piense usted ahora:
que hay una cárcel
y que en esa cárcel
hay una celda
y que en esa celda
hay un hombre
al que le falta
el mundo
en Montevideo
nosotros tenemos un río del que decimos
es un mar
es bueno saber que tenemos el mar
porque el mar es una sensación
y aquello que sucede frente al mar
obtiene de él su transparencia
porque el mar es el mejor testigo
testigo del tiempo
de nuestro tiempo
porque el mar es como una madre
que no nos espera pero nos recibe
una madre en la que podemos entrar
una y otra vez
aunque no podamos
permanecer en ella
porque el mar es un lugar ambiguo
tan ambiguo
como una madre