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Entrevista por Sandra Cornejo
Pat Boran: El poema debe ser más que la suma de sus partes
 

Poeta, escritor y periodista, Pat Boran es uno de los más destacados poetas de su generación en Irlanda. Ha publicado más de una docena de libros de poesía y prosa, entre ellos sus más recientes recopilaciones de poesía Waveforms: Bull Island Haiku (2015) y The Next Life (2012), así como el libro de memorias The Invisible Prison (2009), y el popular manual de escritores The Portable Creative Writing Workshop, recientemente reeditado. Es el director de Dedalus Press, una de las editoriales independientes más destacadas de Irlanda en la que ha editado numerosas antologías de poesía y prosa, incluyendo, con Gerard Smyth, la antología best-seller If Ever You Go: A Map of Dublin in Poetry and Song, designado libro del año 2014 en One City, One Book. Es miembro de Aosdána, la afiliación irlandesa de artistas, escritores y músicos.
Esta nota, junto con la de Moya Cannon, se realizó en abril/mayo de 2017.

-¿Cómo marcó tu escritura la condición insular de tu territorio?

La historia irlandesa se ha simplificado en gran medida como la historia de su relación con la isla vecina (Gran Bretaña: Inglaterra, Gales, Escocia) y si bien este ha sido un factor importante -a menudo tenso a lo largo de muchos siglos-, ha eclipsado otro conjunto destacado de relaciones; es decir, nuestras conexiones con los otros países costeros de Europa y del norte de África. Por ejemplo, los vikingos de Escandinavia visitaron regularmente a Irlanda y dejaron su huella en nuestro acervo genético. También fue importante el comercio y el intercambio con España, Francia y el extremo sur de la costa norafricana, factor valioso para la evolución de la lingüística y la cultura de Irlanda. Al ser una comunidad insular se corre el peligro de pensar que esos otros vínculos no son significativas o trascendentes: sin este crisol de lazos ninguna cultura podría prosperar y renovarse, generación tras generación. La tendencia postcolonial de los irlandeses fue la de describirse a sí mismos en  términos “negativos”: el ser «no británicos»; en tal sentido, ya hace tiempo que reconocemos el verdadero lugar de nuestra nación insular en una comunidad costera de pueblos que se extiende desde Escandinavia hasta el Mar Mediterráneo y más allá. Mi poema "La Isla" explora esta idea, describe un "mapa de Irlanda" que mi hermano y yo hicimos sobre la arena alguna vez cuando fuimos chicos. Habla de mi asombro al día siguiente cuando lo fui a ver y observé los rastros débiles y brillantes de caracoles que lo habían visitado durante la noche, sin que nadie lo notara (como si fueran barcos extranjeros). Muchos artistas irlandeses contemporáneos, músicos y escritores, consideran trascendente desafiar la propuesta de que somos una nación insular con poca conexión significativa con el mundo. Tomamos prestadas formas e ideas de otras culturas para refrescar la nuestra.

-A esta condición insular hay que añadir un contexto de luchas, invasiones y una mezcla de religiones y lenguajes. ¿Cómo ha influido en vos esta circunstancia?

Gran parte de la respuesta anterior aborda esta cuestión. Sin embargo, el asunto de la religión merece una respuesta específica. El predominio de la Iglesia Católica en la sociedad y la cultura irlandesas se ha visto erosionado en mi generación, pero los lenguajes, la mitología y el simbolismo de esa religión siguen estando con nosotros, todavía influyentes en un sentido artístico. A medida que esa simbología impregnaba mi propia evolución como individuo y como escritor, modelaba una parte significativa del vocabulario de mi escritura. De nuevo, sin embargo, hay que tratar de ver más allá de lo dado y de los «accidentes» de la historia (por ejemplo el predominio de la Iglesia Católica) y explorar aquellas partes de la psique que son eclipsadas más que iluminadas por esa «luz dominante».

 

-Has prestado atención al clan, a la tribu, a la familia. ¿Esto sería una característica generacional o es una marca de "irlandesismo", por decirlo de algún modo?

 

La sociedad irlandesa tiene rasgos tribales característicos, algunos de ellos derivan de los patrones de asentamiento que dominaron la isla (pequeños pueblos y ciudades, íntimamente conectados con el paisaje). También es cierto que, en el siglo XX, hubo un  movimiento que nos alejó de esas "comunidades" íntimas para ir hacia un estilo de vida más urbano. De todos modos, la escalada de los asentamientos urbanos todavía hoy favorece aquellos asentamientos "tribales" y aún nuestra ciudad más grande, Dublín, con quizás 1.5 millones de habitantes, sigue siendo una ciudad relativamente pequeña para los estándares mundiales. Este aspecto tribal/familiar de la vida irlandesa se acentúa, una vez más, por la inclinación irlandesa a definirse por lo que no somos (es decir, no británicos, no de la ciudad próxima sino de esta ciudad), y esta predisposición se amplifica por el énfasis que se pone en la familia, rasgo característica de la Iglesia Católica. De todos modos, la sensación de seguridad que la familia/tribu otorga al individuo puede verse también comprometida por el peso y la carga de la tradición que esa familia/tribu asigna a ese individuo. Muchos de los mejores escritores irlandeses (por supuesto uno piensa en Joyce) tuvieron la fuerza de  romper con esa carga de responsabilidad (y respetabilidad). Los irlandeses se inclinan por  reconocer el talento en sus escritores y artistas sólo cuando son reconocidos por alguien, más allá del propio país. Y, a menudo, la respuesta es un acto de rencor, de resentimiento contra ese éxito artístico. Este no es ciertamente un fenómeno reciente, y fue reconocido hasta por Goethe cuando escribió: "Los irlandeses siempre me parecen una manada de sabuesos, arrastrando a un noble ciervo". La relación con la familia y la tribu, por lo tanto, tiene matices y es muy delicada para que el escritor irlandés pueda negociar fácilmente.

 

-¿Qué explicación darías a la relación entre territorio y producción artística? Quiero decir que una nación de unos pocos millones de personas ha dado a Joyce, Wilde, Beckett, Yeats, Kavanagh, Stoker, CS Lewis, Heaney (su mayor producción se hizo en Dublín), F. Bacon (E. Boland, P. Sheridan, N. Jordan, o por qué no U2, Cranberries, S. O'Connor).

Nuevamente creo que he respondido aspectos de esta pregunta en las preguntas anteriores. Pero, desde un punto de vista lingüístico, Irlanda también tiene algún tipo de ventaja. Aunque ya no somos una nación verdaderamente bilingüe, la presencia y la influencia continua del irlandés en nuestra versión de la lengua inglesa añade un nivel de profundidad y matiz y, quizás más importante aún, nos ayuda a sentirnos diferentes y más equipados que otros hablantes de la lengua inglesa. Esta confianza, a veces exagerada, es un poderoso llamado a los jóvenes escritores -de la misma manera que los jóvenes músicos que viven en una ciudad con una vibrante escena musical se expresarán naturalmente a través de la  música-. Los logros pasados ​​de los escritores irlandeses abrieron las puertas a una nueva generación, y ningún escritor en Irlanda, por insular que sea su forma de escribir o especializado su tema, se siente apartado de esa tradición. Sin embargo, la existencia de esa tradición a menudo es motivo de preocupación para el escritor irlandés. Por ejemplo, la relativa falta de prosa experimental en la ficción irlandesa contemporánea puede deberse al hecho de que la sombra de James Joyce todavía domina y deja poco espacio al recién llegado. En una sociedad donde los escritores mueren pero su trabajo sigue siendo leído, cada generación negocia mucho con el pasado. Esto es a la vez desalentador y emocionante para aquellos que comienzan a escribir. Lo esencial es que los escritores continúen innovando y desarrollando esa tradición; de lo contrario Irlanda podría convertirse en un museo de la escritura, o una especie de Disneylandia literaria en lugar de un lugar donde la tradición sigue viva, y en evolución.

 

-"El arte es la vida vista a través de un temperamento", escribió alguien. ¿Compartís esta idea de "temperamento" en la creación poética?

 

No estoy seguro si esto fue dicho por Pater o por Zola, pero es cierto. Pienso al respecto  en términos de abertura: el fotógrafo elige una determinada profundidad de campo, un área donde las cosas sobre las cuales se escribe "están en foco". En diferentes momentos de la vida, e incluso en momentos diferentes de un poema, el foco se mueve de superficial a profundo, desde el objeto o la experiencia particular hacia un amplio y vasto reino. El experimento de hacer arte, de escribir, está dado a menudo por la variación de esta apertura y sus resultados. El poeta a menudo es atraído por un detalle, luego reconoce algo más grande o incluso vago, y encuentra en eso un "cable a tierra", un "agarre" que lo motiva. En términos lingüísticos, a menudo se inspira en algún hecho o detalle u objeto (algo que denota), pero el poder del poema deriva en la red de connotaciones que provoca en el ser. Temperamento, sentimiento, emoción, pasión, son el combustible para el motor, sus motivadores. Sin embargo, para que el poema tenga éxito más allá de su impulso inicial y lo autobiográfico, algo singular  tiene que ser percibido, aunque sea brevemente; el poema debe ser más que la suma de sus partes.

 

-¿Podrías contarnos por qué has dicho que "el sonido es mucho más importante que el significado del poema", dado que el significado es tan profundo en cada uno de tus textos?

 

Es probablemente una exageración decir que el sonido es (siempre) mucho más importante, pero a menudo es el elemento dominante en el proceso del poema. El misterio de por qué es así rara vez sobrevive un análisis. Pienso en el poema / título de Wallace Stephens "El emperador del helado" y en la enorme afirmación de su línea final: "El único emperador es el emperador de helado". Aunque casi no tengo idea de lo que significa, cuán cierto y verdadero he sentido esto durante décadas. Su poder y firmeza proviene de un convencimiento que se comunica sólo a través del sonido. ¿Dónde reside esa convicción? Parece residir en la secuencia de los sonidos vocálicos: con sus repetidos eh, y/o sonidos que se resuelven en las vocales más largas (¿más suaves?) de 'helado', si esto tiene sentido. ¿Funcionaría o sonaría también, si hubiera escrito: «El emperador de helado es el único emperador»? Yo no lo creo. ¿Qué pasa con: 'De los helados, el emperador es el único emperador'? No sólo carece de «significado», sino que además lingüísticamente carece de autoridad, no tiene sentido ni convicción. Cuando oímos a un político mentirnos, lo que percibimos es una falla en el ritmo, una tendencia a la vaguedad, un distanciamiento del tipo de certeza y seguridad que sí podemos oír en la línea original de Stephens. La poesía consiste en confiar en el significado que transmite el sonido. Las cosas pueden no ser "verdaderas" en un poema, pero deben sentirse "correctas". Quien escribe un poema debe aprender a confiar en esa corrección y, de alguna manera, encontrar un equilibrio entre la "verdad" de la experiencia o la observación que a menudo establece un poema en movimiento. La noción de Keats de que "la belleza es verdad, la verdad, belleza" es ciertamente importante. Un poema es una especie de equilibrio entre la «rectitud» («belleza») y la verdad demostrable. La secuencia de acontecimientos, los detalles de esos acontecimientos, las descripciones de las cosas y sus relaciones entre sí son importantes para que los poetas las capturen en sus palabras; pero el ingrediente especial es el sonido, la rectitud, la belleza. Y cuando se revela, el poeta no debe resistirse o parafrasear por temor a matarlo. El poema es una especie de jaula en la que, si el poeta tiene suerte, al menos una misteriosa criatura hecha de lenguaje aleteará en la vida por un momento, y ninguna explicación o análisis sustituirá ese momento de encuentro íntimo.

 

-¿Podrías contarnos  acerca de tu actividad como editor y como gestor cultural?

 

Como poeta y escritor siento que es importante no sobrepasarse. Es necesario aprender a sentarse de vez en cuando y dejar que la energía que dará lugar a un poema se acumule en lugar de estar siempre activo y en búsqueda. Por esa razón me gusta algunas veces desviar mi energía de mi propio trabajo y comprometerme con otros poetas. Y, por supuesto, al ver su trabajo desde una perspectiva neutral pero interesada, a menudo comprendo cosas sobre mi propia obra. También es cierto que las únicas personas que se dedican a la publicación y difusión de la poesía son los propios poetas: no hay nada en el mundo de la poesía que interese a los grandes negocios. En ese sentido cada poeta, cuando encuentra algo que lo moviliza, se convierte en promotor, mostrándolo a otros, leyéndolo a otros, deseando que ese nuevo mundo encuentre una audiencia más vasta. Mi trabajo como editor tiene el mismo entusiasmo, aunque a menudo es difícil mantenerlo contra las presiones del sector económico y los costos a veces onerosos de dirigir una pequeña editorial con un apoyo limitado.

 

 

The Island

                For Bob Quinn

Remote, solitary, its back to its neighbours,
facing instead the broad Atlantic and the dream
of a bright  New World, that unkempt heap
of sand set down in our back yard by a builder

in the early 1970s became, the afternoon
he failed to show, our own small island: bays
and mountains, the major rivers, greys
instead of forty shades of green. Immune

to damp and cold, down on our knees
like the migrant workers of a generation before,
we laboured beyond nightfall until a door
in the darkness opened and saw us lifted clear

of your obsession. But who could sleep that night
leaving our small-but-perfect local wonder
with no one to defend it, alone there under
a cloud-marbled sky? Moonlight

flooding the house, I crept back down to check,
and found, to my astonishment, a fleet of snails,
like so many Norse or Spanish or Phoenician sails,
their glistening trails criss-crossing the hostile dark.

 

 

 

La Isla

       Para Bob Quinn

Remoto, solitario, de espaldas a sus vecinos,
mirando en cambio el vasto Atlántico y el sueño
de un radiante Nuevo Mundo, ese desprolijo montón de arena
dejado en nuestro patio trasero por un constructor

a comienzo de los 70 se convirtió, la tarde
en que no apareció, en nuestra pequeña isla: bahías
y montañas, los ríos importantes, grises,
en vez de cuarenta tonos de verde. Inmune

al frío y la humedad, hincados
como los trabajadores golondrina de una generación anterior,
trabajamos hasta después del ocaso, hasta que una puerta
en la oscuridad se abrió y nos vio elevados, librados

de nuestra obsesión. ¿Pero quién podía dormir esa noche
dejando nuestra pequeña-pero-perfecta maravilla local
sin nadie que la defendiera, ahí sola
bajo un cielo de nubes marmóreas? La luz de la luna

inundando la casa, volví a controlar
y encontré, para mi asombro, una flota de caracoles,
como tantos navegantes noruegos, españoles o fenicios,
sus huellas brillantes cruzándose en la oscuridad hostil.

(Versión Gerardo Gambolini)

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